Por mi experiencia, una persona que llega a ser referente en su equipo y organización es aquella que contribuye a la mejor versión de los demás. No son, únicamente, profesionales de éxito por su brillo individual, sino sobre todo por haber ayudado a construir equipos y empresas exitosas. Y esto requiere abrazar un modelo de desarrollo profesional solidario.

 

Pero esto es todo un arte, y, además, puede parecer que a veces signifique nadar a contracorriente, ya que tiene que ver con salir de un modo de actuación convencional donde el foco está “hacia dentro”, para empezar a ponerlo “en el exterior”.

 

Es una cuestión de mentalidad primero, y de eficiencia y productividad en segundo término. Cuando, al formar parte de un equipo, la persona llega a conseguir creerse (de verdad), y a priorizar, el “nosotros”, en lugar del “yo”, empieza a construir un flujo de conexiones con los demás que genera resultados de forma exponencial. Pero, como decimos, hay que creérselo, y empezar a practicarlo.

 

Una manera para hacerlo es entender que el desarrollo de las personas del equipo depende de todos y cada uno de sus integrantes, y no sólo se trata una cuestión individual. El desarrollo profesional será sistémico, o no será; ya que todas las personas que forman parte del equipo deben integrar su co-responsabilidad en contribuir, en la medida que les sea posible, al crecimiento de sus compañeros y compañeras.

 

 

No podré crecer profesionalmente de forma sostenible si no hago crecer a las personas que forman parte de mi mismo sistema profesional.

 

 

10 consejos para potenciar el desarrollo profesional solidario

 

 

Para empezar, pues, a contribuir al desarrollo profesional de las personas de mi equipo, nos pueden ayudar los siguientes consejos:

 

 

  • Reflexiona acerca de lo que ganará la persona, el equipo, y tu mismo/a si le dedicas esfuerzos y energía al desarrollo profesional de tu compañero/a. Además de solidaridad, ¡también es cuestión de interés propio!

 

  • Crea espacios nuevos para conectar con la persona para poder conocerla mejor, y así entender sus preferencias y motivaciones; a la vez que desterrar “etiquetas”.

 

 

  • Busca proyectos en los que podríais trabajar conjuntamente, y así favorecer el aprendizaje mutuo, así como conocer las fortalezas y áreas de mejora de cada uno.

 

  • Ofrécete de forma proactiva para contribuir a su crecimiento. Ayuda antes de ser requerido. Pregúntale: ¿Cómo te podría yo ayudar en seguir creciendo profesionalmente?

 

  • Conviértete en su mentor/a en aquello que la persona podría necesitar. Para ello es imprescindible crear una alianza de trabajo, identificando las áreas de mejora, las reuniones de seguimiento, etc.

 

  • Acuerda también la forma en la que podrías ofrecerle feedback positivo y constructivo de forma continua para contribuir a su desarrollo profesional.

 

  • Comparte con la persona los aprendizajes que has adquirido al asistir a formaciones o eventos, y que también podrían interesarle a ella.

 

  • Facilítale, de forma periódica, recursos de aprendizaje que podría valorar para trabajar su agenda de desarrollo. Recomiéndale libros, vídeos, o artículos, entre otras cosas, que podrían serle de gran utilidad para reflexionar y, porqué no, impulsar nuevos hábitos.

 

  • Aprovecha las oportunidades para reconocer su trabajo, así como para celebrar públicamente sus éxitos.

 

 

Contribuir al desarrollo profesional de las demás personas de mi equipo está mucho más en nuestras manos de lo que podemos llegar a imaginar.

 

¿Por dónde empiezo? Cualquiera de estos diez pasos puede ser un buen inicio.

 

 

Enric Arola