“Yo vengo a trabajar, no a hacer amigos”. Estas palabras las oímos pronunciar, de vez en cuando, de boca de algún profesional en alguna organización. Pero, por otro lado, también existen muchos casos en los que las amistades se han forjado en el entorno profesional, y perduran incluso cuando se deja de compartir el mismo espacio laboral. Amistad y trabajo, además, son dos conceptos que suelen ir juntos en el caso de muchos proyectos iniciados por personas emprendedoras.
Al hablar de amistad y trabajo debemos considerar tres aspectos:
- Los miedos que se pueden tener al relacionar estos dos conceptos.
- Las ventajas que también se pueden dar cuando amistad y trabajo van juntos.
- Y las recomendaciones a tener en cuenta para que ambos aspectos se relacionen de forma equilibrada.
Miedos
- Mezclar vida personal con vida profesional. Muchas personas tienen la necesidad de desconectar totalmente del trabajo, lo que hace que quieran separar al máximo estos dos mundos, lo que, a su vez, provoca que “no se permitan” conectar de forma más profunda con las personas en el ámbito laboral.
- Perder la capacidad de “hacerse respetar”. Algunos profesionales tienen la creencia de que si existe amistad entre las personas que comparten el mismo entorno de trabajo será más difícil mantener la distancia emocional necesaria para gestionar de forma equilibrada las tensiones que se dan en el mundo de la empresa. Esta creencia aún está más presente en aquellas personas que son responsables formales de alguna persona que puede ser, a la vez, una amistad suya.
- Mostrar debilidad ante los demás. Si dos personas llegar a tener una relación de amistad, se mostrarán más vulnerables entre ellas, al darse permiso a compartir sus miedos, sus dudas, así como sus alegrías y deseos. Vulnerabilidad todavía es algo asociado a la debilidad, y a que se aprovechen de uno, en un ámbito hostil como es el profesional. Así, algunas personas se protegen con su “coraza emocional” para no mostrar vulnerabilidad, y así creen que evitan mostrar su lado “débil”. De esta manera son menos auténticos impiden crear entornos de trabajo saludables, ya que sin vulnerabilidad no existe confianza.
- Incapacidad para tomar decisiones impopulares. Para muchas personas es muy complicado tomar decisiones imparciales, y objetivas, si estas pueden afectar negativamente a personas con las que se tiene un lazo de amistad. Normalmente suelen ser perfiles de personalidad con una orientación muy social, que hace que su proceso de toma de decisión esté, a menudo, liderado más por el corazón que por la cabeza. Por este motivo intentan huir de relaciones profesionales o de negocio con amistades, ya que no confían en que sabrán gestionar situaciones complicadas en el futuro.
Ventajas
- Confiar plenamente con las personas del equipo. Es difícil crear un equipo extraordinario sin que exista una buena base de confianza entre sus integrantes. Puede haber “confianza profesional” sin que exista una conexión de amistad. A su vez, con una amistad puede que no lleguemos a confiar a nivel profesional. En cualquier caso, cuando se dan estas dos dimensiones se puede llegar a niveles de colaboración y co-creación de muy alto valor añadido.
- Deseo de “hacer brillar” a los demás. Cuando existe amistad de por medio, las personas tienden a hablar bien unas de las otras, haciéndose reconocimientos públicos, y aprovechando todas las oportunidades para hacer “lucir” al otro. Esto tiene que ver con la amistad. Si esto ocurre en el trabajo, la productividad, y el clima, pueden beneficiarse mucho de ello.
- Empatía ante las necesidades de los demás. Los amigos se comprenden a niveles muy profundos. La curiosidad por conocer y satisfacer las necesidades de los demás se multiplica cuando se trata de una relación de amistad. Un entorno profesional, con un sinfín de momentos tensos y complejos, también se puede aprovechar de esta competencia.
- Gestión constructiva de los conflictos. Solemos ser complacientes, o protegernos, con los extraños mucho más que con las personas con las que tenemos lazos de amistad. La confianza plena, y el lenguaje emocional compartido, permiten a los amigos aflorar conversaciones delicadas y gestionar conflictos de una forma mucho más rápida y eficiente.
Recomendaciones
- “Fluir” al conectar con otras personas del trabajo. Para que exista una relación de equilibrio entre amistad y trabajo es preciso que, inicialmente, las personas no se resistan, precisamente, a ser, o a no ser, amigos. La amistad surge con el tiempo y es algo que no depende únicamente de la voluntad individual. Ocurre. Sin más. Favorecerla o resistirse a ella es algo que, tarde o temprano, se demuestra inconsistente, ya que los seres humanos no podemos desconectar nuestra capacidad para crear conexiones emocionales. Es por ello que, lo más sabio y coherente es que las personas estemos abiertas y receptivas a las emociones positivas y, por consiguiente, a los comportamientos resonantes, que las demás personas nos generan.
- Diferenciar entre la “persona” y el “rol”. Para trabajar con amistades es preciso que todas las partes entiendan que una cosa son las necesidades del “yo-persona”, y otra muy distinta es la necesidad del “yo-rol” que se ocupa dentro del sistema. El primero se mueve por intereses personales, y se da permiso para expresarse a título individual, mientras el segundo actúa por intereses colectivos a los que representa, y por consiguiente es portavoz de una necesidad mayor. Distinguir cuando esta hablando uno u otro, o cuando una acción viene de uno u otro, es clave para que una relación profesional entre amigos tenga éxito duradero. Esto es fundamental cuando uno de los dos es, además, el responsable del otro.
- Acordar las “reglas del juego”. Por la tanto, más pronto que tarde, será necesario que las dos personas con lazos de amistad que comparten equipo profesional se hagan peticiones mutuas para trabajar de forma “limpia”, y sin resistencias ni excesos, por el hecho de tener un vínculo emocional. Acordar, sobretodo, lo qué será necesario hacer en los casos difíciles, o en las decisiones complicadas futuras, será muy útil para su propio beneficio individual, así como para el beneficio de la empresa.
- Disfrutar trabajando con las amistades. Y al final, todo se resume en hacer todo lo posible para pasárselo bien compartiendo equipo con personas con las que estamos a gusto. Porque si es fundamental que a uno le guste el trabajo que realiza, hacerlo con amigos con los que compartir buenos momentos, es ganar doblemente. Y, además, gana la empresa y ganan sus clientes.
Enric Arola