La pandemia ocasionada por el Covid-19 ha cambiado la vida de millones de personas en el mundo. ¿Quién se podía imaginar estar viviendo la situación actual? El planeta sigue en estado de preocupación extrema por las consecuencias sanitarias, sociales y económicas que esta crisis va a tener, no sólo en la actualidad, sino también en el medio y largo plazo. El momento que estamos viviendo nos empuja irremediablemente a aprender a gestionar situaciones de crisis a marchas forzadas.

En un instante, y a causa de un virus incontrolado, a los humanos nos han cambiado las reglas del juego de la vida; al menos, hasta nuevo aviso: Nuestro sentido de proteger la vida desde una nueva dimensión, sobretodo del colectivo de personas más débiles; nuestra forma de vivir, con nuevos hábitos y prioridades; nuestras nuevas formas de relacionarnos entre las personas, así como nuestra diferente aproximación a producir e intentar mantener el motor económico, al menos en un mínimo nivel.

Demasiado para que la mente, el cuerpo, y el corazón, lo digieran con la misma velocidad que ha tardado en llegar esta nueva situación. Pero habrá que hacerlo. Habrá que ir empezando a digerirlo. No hay otra. No hay más remedio. La vida a veces nos empuja a crecer y evolucionar más rápidamente de lo que, hasta ahora, las personas estábamos acostumbradas. Este duro momento es una oportunidad para crecer como individuos, como grupos o equipos, como organizaciones, y como sociedad.

 

¿Cómo aprender a gestionar situaciones de crisis?

Aprender a gestionar una crisis como la del Covid-19 no es algo que se haga de forma inmediata y que de sus frutos rápidamente. No es una acción puntual a hacer. Más bien es un proceso a vivir. Y para ello es necesario reflexionar acerca de las siguientes consideraciones.

Aprender a gestionar situaciones de crisi Infografía

1.- Permitir la autocompasión para vivir la inicial confusión y sentimiento de pérdida.

Es muy complicado dar nuestra mejor versión de forma automática ante un cambio radical de la realidad actual. Lo nuevo y diferente siempre sorprende y, si además se trata de algo que golpea de forma tan dramática la salud de las personas, causa miedo y desesperación. Las personas estamos viviendo un gran sentimiento de pérdida, manifestado a través de un gran abanico de emociones, por lo que ha desaparecido de forma repentina, empezando por la salud o pérdida de vidas humanas en su caso más extremo. Pero también existe la pérdida de la estabilidad emocional, pérdida de la estabilidad económica, o pérdida de la estabilidad anímica, por poner algunos casos.

La autocompasión nos permite aceptar nuestro miedo, dándonos permiso para sentirnos vulnerables, tanto a nivel interno, como a nivel externo. Los seres humanos necesitamos caer, llorar, hundirnos, y hasta derrumbarnos para, desde ahí, recuperar nuestra energía más básica para empezar a reconstruir otra vez un proyecto aún más ilusionante. La crisis del Covid-19, como pasa con la mayoría de las crisis, no afecta por igual a todas las personas; mientras algunas la están pasando de forma más o menos cómoda, otras están sufriendo como nunca antes lo habían hecho.

 

2.- Escoger la meta-habilidad con la que se quiere vivir este proceso de crisis

Una crisis, como proceso que es, necesita ser gestionada como tal. A menudo no existe una acción puntual que sea suficiente para darle la vuelta a la situación; se requiere, más bien, de una actitud, una predisposición o forma de hacer que se convierta en la mejor “aliada” para gestionar el proceso de crisis.

Una meta-habilidad es la dimensión superior a la habilidad. Se trata de un enfoque más amplio que incluye la intención, o voluntad, que existe detrás de cualquier habilidad necesaria.

De esta manera, y ante una crisis como la actual, es imprescindible preguntarse cuál es la meta-habilidad que quiero que me acompañe durante el proceso que estoy viviendo, dure lo que dure. Para algunas personas será la “flexibilidad”, para otras la “paciencia”, para otras la “solidaridad”, para otras la “curiosidad”, para otras la “tranquilidad”, etc.

Se trata de escoger la meta-habilidad que más nos resuene, y hacer lo posible para que nos acompañe, sobretodo, durante los momentos más delicados. Mencionarla, escribir sobre ella, compartirla con los demás, tener un objeto físico que nos la recuerde, tenerla en el salvapantallas del ordenador, o en la pantalla principal del móvil, pueden ser formas para que esta meta-habilidad nos ayude a gestionar este proceso de crisis.

 

3.- Crear comunidad a distintos niveles

Una crisis debe unir, aunque de inicio separe. La cooperación es necesaria para poder gestionar lo desconocido. Cuanta más incertidumbre exista, mayor es la necesidad de conectar con otras personas que están viviendo la misma situación.

Esta crisis del Covid-19 está incrementando la necesidad de las personas de saber más que nunca de los seres queridos, de las amistades, o de personas con las que hace tiempo que no se contacta, pero que necesitamos saber como están gestionando esta situación.

La crisis ofrece nuevas y creativas formas de crear comunidad, aumentando la solidaridad entre las personas, como en pocas ocasiones se ve durante los períodos de vida “normal”.

Aprender a gestionar situaciones de crisis

 
4.- Hacer dieta de información y ser responsables al informar a los demás

Las crisis actuales se viven más al día que nunca. Se trata de crisis on-line. Todas las personas, de cualquier lugar del planeta, saben lo que está ocurriendo en cualquier momento del día. Esto es una gran ventaja para entender las causas y para prepararse ante las consecuencias que vendrán.

Pero tanta información también se puede convertir en un foco de tensión y dramatización exagerada, que incrementa el sentimiento de miedo y desesperación. La información justa y en el momento adecuado ayuda a avanzar, mientras que la información excesiva y a todas horas, puede llegar a paralizar.

Dosificar la información que se recibe es, ahora más que nunca, no sólo recomendable, sino una auto-obligación que deberíamos cumplir de forma estricta.

Para ello, ponerse horarios para ver o escuchar las noticias (una o dos veces al día), o eliminar las notificaciones que invaden de forma constante las pantallas de nuestros móviles o demás aparatos electrónicos, pueden ser medidas al respecto.

 

5.- Organizarse para vivir una vida lo más normal posible dentro de la anormalidad

Después de la primera semana de adaptación, acabado un primer ciclo de siete días, es necesario empezar a ser rigurosos con la organización personal, y profesional (si es el caso), para que la vida del día a día llegue a ser lo más “normal” posible.

En una crisis como la del Covid-19, que conlleva el confinamiento de la población, el reto es mayúsculo debido al hecho de que la vida familiar y profesional se invaden mutuamente más que nunca. Existen profesionales que, para gestionar la situación actual, tienen que trabajar desde sus casas, intentando dar el soporte que sus organizaciones necesitan en estos tiempos tan duros, a la vez que atender de la mejor manera posible a sus hijos e hijas para darles la atención de calidad que se merecen.

Realizar una “alianza” entre los integrantes de la unidad familiar para organizarse de la mejor manera, atendiendo todas las distintas necesidades personales, será imprescindible para asegurar una buena convivencia y cumplir con todos los roles.

Esta crisis mundial genera micro “crisis” familiares, que será necesario abordar desde la generosidad y la empatía. Nunca como hasta ahora se nos brinda una oportunidad como esta para dar nuestra mejor versión como madres, padres, hijas, hijos, o parejas.

 

6.- Llevar a cabo la contribución de valor que estaba en la lista de espera

El confinamiento que esta crisis está causando altera de forma radical la distribución del tiempo disponible durante el día. Aunque sea factible trabajar desde casa (ya que no todas las personas tienen la opción de hacerlo), el tiempo libre disponible aumenta en la mayoría de los casos.

Al no haber tiempo de desplazamientos, al disminuir el número de reuniones, al disminuir las urgencias o ritmo frenético, o al no poder realizar de forma telemática todo el trabajo que se debería realizar, se abre la oportunidad para hacer tareas que no se habían hecho hasta la fecha.

Normalmente la mayoría de profesionales viven inmersos en lo “urgente y no importante”, pero ahora es un buen momento para poner por delante lo realmente importante, y que se pueda llegar a ofrecer un alto valor añadido, muy necesario sobretodo para ver los frutos después de salir de la crisis.

Podemos caer en el error de destinar todo el tiempo libre en poner orden o “hacer limpieza” de cosas que teníamos pendiente hacer. Es bueno simplificar y ordenar, pero siempre que sea para dejar espacio a crear algo nuevo y de mayor valor. Así que, a simplificar, pero para que podamos ponerle foco a lo verdaderamente importante.

 

7.- Vivir al día, sin dejar de hacer una “planificación flexible”

No sabemos cuando va a acabar la crisis actual del Covid-19. Existe una versión optimista y una versión más pesimista. En cualquier caso, quedan semanas para que esto empiece a cambiar a mejor. Y quedan varios meses para que la situación vuelva a una cierta normalidad.

Un momento como el actual nos invita a vivir el día a día, pero también a pensar en el futuro que vendrá. Hacer lo primero sin lo segundo sería un error, ya que nos dejaría a la deriva sin prepararnos para lo que pueda venir.

Hacer escenarios de futuro, visualizando lo que puede llegar a suceder, nos permite avanzarnos al cambio que vendrá y a sus consecuencias. Es posible que algunos de los escenarios no se cumplan, y parte de la preparación haya sido en vano, pero siempre será mejor que la parálisis por el desconocimiento de lo que vendrá. El constante movimiento nos va a hacer salir del laberinto en el que la crisis nos ha metido.

 

8.- Potenciar la introspección, buscando momentos para la reflexión personal

Las crisis, por muy globales que sean, se empiezan a gestionar desde la individualidad. Cuando las personas se sienten fuertes, con energía de superar la situación crítica, con capacidad resiliente, y con alta confianza en ellas mismas, generan en sus respectivos círculos y comunidades la capacidad necesaria para gestionar la crisis de la forma más eficiente posible.

Prepararse a nivel individual puede ser la primera tarea para poder hacer frente a la incertidumbre actual. Descansar y alimentarse bien son las primeras obligaciones que las personas deben autoimponerse. Pero a continuación deben también buscar el tiempo para reflexionar acerca de como están gestionando la situación actual, para hacer meditación y así “calmar la mente”, o para crear espacios donde compartir miedos y dudas con otras personas desde la vulnerabilidad.

 

9.- Usar el tiempo libre para adquirir nuevos conocimientos, no sólo para buscar nuevos entretenimientos.

El superávit de tiempo que provoca el confinamiento de la crisis del Covid-19 tiene que servir también para aumentar nuestros conocimientos en algún nivel. Desde una curiosidad, o deseo de saber más, a nivel personal o/y a nivel profesional, es posible fomentar, durante estos días, el hábito sistemático que cualquier estudiante o aprendiz tiene mientras está cursando sus estudios.

De esta manera, reservar un tiempo diario para la lectura, estudio, o trabajo de investigación, puede ser una iniciativa que repercutirá en un valor añadido futuro como persona o como profesional.

Conseguir hacerlo, es toda una declaración de intenciones respecto al deseo de desarrollo y crecimiento personal.

 

10.- Elegir el optimismo como compañero de viaje

Por último, esta crisis del Covid-19, como cualquier otra crisis o situación retadora que nos toca vivir, es una gran oportunidad para ser optimistas. Después de los primeros días de desasosiego y confusión inicial, la elección que nos queda es la de hacer frente a la situación desde una actitud positiva.

Pero el optimismo no llega tan rápido como nos gustaría. Tenemos que aceptar el pesimismo inicial fruto de la primera fase de la crisis. Incluso debemos aceptar, una vez avanzada la crisis, los brotes puntuales de pesimismo que podamos tener. No sólo es normal, sino hasta necesario. De esto trata la vulnerabilidad en su condición humana.

Pero de la vulnerabilidad al victimismo hay una línea fronteriza muy débil que es fácil cruzar, incluso sin ser conscientes de ello.

Elegir optimismo es más que una opción. Es una obligación. Y más en los tiempos que corren. No nos podemos permitir hacer lo contrario. Y para ello será necesario empezar a ser muy estrictos con los mensajes (verbales o escritos) que transmitimos a los demás. No es necesario empezar a decir lo que no creemos, pero sí buscar las buenas noticias dentro de la preocupación imperante, y empezar a ver el lado bueno de las cosas.

Te deseo, más que nunca, que estos días estés bien, y que afrontes, de la forma más sabia, sostenible, y solidaria posible, esta crisis que estamos viviendo en la actualidad.

 

Enric Arola