El otro día tuve la suerte de acompañar a un equipo extraordinario. De hecho, su líder formal así me lo presentó desde el primer día que hablamos. Y tenía razón. Toda la razón.
Por descontado este equipo todavía tiene área de mejora. Y además tiene mucho interés en seguir explorando y explotando su impacto dentro y fuera de la organización. No se conforma en quedarse donde está. Quiere seguir creciendo. Si no, no sería un equipo extraordinario.
Gracias a este equipo, y a todas y cada una de las personas que lo forman, tuve la oportunidad de ser testigo de “la mentalidad de liderazgo colectivo” que existe en un grupo.
Uno de los ingredientes clave para impulsar el liderazgo colectivo pasa por el hecho de tener claro cuál es el equipo más importante de cada responsable formal de la organización.
¿Qué contestarías a la siguiente pregunta?
¿Cuál es tu equipo número uno dentro de tu organización?
Cuando uno forma parte de una organización es posible que se forme parte de varios equipos a la vez: El del área o departamento funcional, el de colaboradores directos, el de un proyecto específico, el de una función transversal, el de los colegas de otras plantas, etc.
Pero, sabiendo que todos los equipos son relevantes, ¿cuál es el más determinante para acometer las funciones de la organización? ¿El que determinará el mayor impacto resonante, o su contribución de valor superior?
No todas las personas contestarán lo mismo, ni puede que exista una respuesta única válida, pero la respuesta más acertada en la mayoría de los casos es:
Tu equipo número uno (el equipo al que debes centrarte de forma más prioritaria) es el que formas tú y tus pares (los que tienen tu mismo nivel dentro del sistema natural al que perteneces).
Esto puede ser a menudo muy retador para los responsables formales de equipos, que a menudo entienden (por la inercia del liderazgo de silos) que su liderazgo tiene que centrarse básicamente en el equipo formado por las personas que lo reportan.
Y esto tiene su sentido, pero a menudo, cuanto más nos centramos en los “de abajo”, menos nos centramos en los de “los lados”, y esto acaba teniendo un impacto reactivo en la organización al impulsar un efecto de competencia interna tóxica. Lo que, sea dicho de paso, molesta en gran manera a “los de arriba”.
El equipo al que le debemos dedicar más foco, más energía, y el que tiene que convertirse en el “equipo bisagra” para la gestión transversal de los objetivos de la empresa, es el equipo de pares.
Un liderazgo integral y colectivo es aquel que potencia la coordinación y sinergia entre todas las funciones de la organización, estableciendo un “campo de juego” común y prioritario.
Liderar significa gestionar sistemas más que gestionar personas.
De esta manera, el liderazgo tiene que ver con una mentalidad, actitud, y comportamientos destinados a generar movimientos a distintos niveles y de forma expansiva. Así, cuando nos toque liderar, acordémonos de…
… Liderar el sistema de pares (mismo nivel) …
… Liderar el sistema de colabores directos (personas que nos reportan) …
… Liderar el sistema de un proyecto transversal específico …
… Liderar el sistema que formo con mi responsable directo …
… Liderar el sistema de colegas de otras localizaciones del grupo …
… Liderar otros sistemas de fuera de la organización …
… Etc.
Al final, el liderazgo es multidireccional, y para todas las personas, y mucho más determinante a nivel horizontal que a nivel vertical.
Enric Arola
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