Cuando desarrollarse significa “pasarse de la raya”

 

Si la vida es la búsqueda constante del equilibrio, el liderazgo no puede estar al margen de ello.

 

Liderar, entre otras cosas, significa balancear e integrar todas las necesidades en juego, aunque estas sean antagónicas.

 

Y para llegar a buscar el equilibrio (algo que no acaba nunca) debemos manejar una serie de habilidades que, a su vez, también pueden ser antagónicas; como la de delegar y la de asumir responsabilidades, o como la de ser directivos y la de ser complacientes, por indicar unos ejemplos.

 

Lo que ocurre es que siempre dominamos más un extremo que el otro de la polaridad que está en juego en cada momento. Y esto a veces nos funciona, pero otras muchas veces no.

 

Para dominar ambos extremos necesitamos darnos el permiso a “pasarnos de la raya”.

 

¿Quieres saber qué significa esto realmente, y cómo llevarlo a cabo?

 

Habitualmente las personas que suelen ser muy extrovertidas a nivel social y les gusta hablar mucho, no suelen ser, a su vez, muy buenas en el arte de la escucha activa. Y, al contrario.

 

Las personas que suelen ser muy directivas, e impulsoras para generar acción, no suelen trabajar de forma consensuada y armónica con el resto de las personas del equipo. Y, al contrario.

 

Siempre hay excepciones de personas que dominan ambas cualidades, pero solemos decantarnos hacia una de las dos tendencias, sean estas las que sean.

 

Cuando las personas queremos desarrollarnos para mejorar, no solo como profesionales, sino también en los distintos ámbitos de nuestra vida, solemos apuntar a mejorar las habilidades o competencias que representan lo opuesto de lo que dominamos más.

 

De esta manera quien suele ser muy bueno en asumir responsabilidades y controlar su entorno, desea mejorar en su capacidad de delegar más y mejor. O quien tiene la habilidad de buscar armonía en el entorno, desea incrementar sus habilidades para ser una persona más directiva.

 

Pero llegar al punto central de ambas polaridades no suele ser fácil, ya que es prácticamente imposible conocer el equilibrio si no se han conocido (y experimentado) con anterioridad ambos extremos.

 

Es por ello por lo que necesitamos explorar, aun con el riesgo de equivocarnos, el “otro extremo”. Se trata de conocer y “vivir más” lo que no domino, para poder conocer también sus beneficios. Pero, haciéndolo, sabemos que nos vamos a pasar de frenada ya que se trata de una dimensión desconocida y para la que no tenemos la pericia para hacer un uso adecuado.

 

No hay duda de que nos vamos a pasar de la raya. Sí o sí. Como en el caso del conductor novel que, en su primera semana con el carnet recién estrenado, será muy difícil que se ajuste totalmente a las necesidades del entorno: O se pasará de la raya por imprudente, o se pasará de la raya por lo contrario.

 

Para aprender tenemos que “sobrepasarnos”. De esta manera podremos calibrar bien las polaridades para conseguir liderar de forma equilibrada.

 

 

Cómo pasarnos de la raya sin morir en el intento.

 

Para conseguir explorar nuestros propios límites de forma efectiva a la vez que sostenible, necesitamos hacer lo siguiente:

 

  1. Avisar al mundo de que estoy aprendiendo, y de que puede que me exceda. Tengo que contarles a las personas de mi día a día que deseo mejorar mis habilidades de liderazgo respecto a aquello que necesito más, y que hasta ahora he evitado por miedos y creencias limitantes; y que, haciéndolo, es posible que me equivoque, al no saber dar de inicio con la dosis adecuada.

 

  1. Disculparme por los efectos (no deseados por mi) que causo en el entorno. Cuando me exceda, el mundo me va a hacer de espejo y me va a recriminar aquello que les ha incomodado mientras yo exploraba mis límites. Es importante chequear mi impacto para que las personas del entorno me den pistas sobre la dosis adecuada, así como disculparse por el impacto desmedido, pero no por la intención que hay detrás.

 

  1. Celebrar mi valentía al explorar mis límites, aunque cometa errores. Aunque me sepa mal equivocarme, y aun cuando me incomode que la gente me critique, es imprescindible reconocerme mi propia iniciativa y capacidad por intentar conocer mis límites y, de esta manera, conseguir un liderazgo más equilibrado. Este fin último merece un claro agradecimiento que, si no puede venir de “fuera”, tendrá que venir de “dentro”.

 

  1. Aprender de los errores cometidos y recalibrar mis próximas acciones. Cada vez que me equivoque mientras explore una iniciativa de acción que no haya probado en el pasado, pero que necesite desarrollar, tendré la oportunidad de aprender a ajustar la habilidad que deseo potenciar sin causar efectos indeseados. Si no cometo estos errores, es posible que no llegue a los niveles de desarrollo deseados por mí y por mi entorno.

 

En resumen, se trata de conocer nuestros límites, en relación con los límites de nuestro contexto, para conseguir crecer como líderes. Solo así conseguiremos un liderazgo equilibrado.

Infografía Cuando desarrollarse significa "pasarse de la raya"

 

Para ello ¿Estás dispuesto/a a pasarte de la raya?

 

 

 

Enric Arola

Enric Arola

 

 

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