La crisis del Covid-19 nos conecta con el sentimiento de pérdida de forma intensa y continua. En algunos casos la pérdida es traumática y muy dolorosa, como en el caso de la pérdida de vidas humanas. En otros, la pérdida es algo menor, pero también de difícil aceptación, como en el caso de falta de recursos para seguir viviendo de forma estable y segura. Y además, en la inmensa mayoría de los casos, la pérdida también viene por la falta de libertad de acción y elección. En este artículo vamos a reflexionar sobre como liderar en tiempos de crisis para poder aceptar y llegar a integrar este sentimiento de pérdida.

 

Elisabeth Kübler Ross, psiquiatra y escritora experta en la gestión del duelo durante episodios de cuidados paliativos, y en el proceso de aceptación de la muerte, elaboró un modelo basado en una serie de fases para ayudar a transitar estos procesos tan dolorosos.

 

Su modelo se basa en las 5 fases que vive una persona ante un hecho traumático vivido.

  • Negación de lo que ocurre.
  • Ira ante la situación.
  • Negociación para intentar minimizar el impacto del hecho en el futuro.
  • Depresión al ver que la situación no se puede cambiar.
  • Aceptación plena de los hechos.

 

Estas etapas de duelo muestran el proceso de integración y digestión de las personas ante una situación traumática que cambia de forma radical la vida de una persona. Esto vale tanto para temas de salud, de cambios traumáticos a nivel relacional entre personas, o por repentinas decisiones profesionales como los despidos, por poner sólo algunos ejemplos.

 

Basándome en el modelo de Kübler-Ross me permito hacer una versión de su modelo para una aplicación en el mundo del liderazgo, donde una persona, con responsabilidad en la gestión de equipos, debe transitar (tanto él o ella, como su equipo) por una situación de cambio radical.

 

Liderar en Tiempos de Crisis

 

 

Identificar las 7 fases para liderar en tiempos de crisis

 

Ante el impacto de una situación como la de la pandemia del Covid-19, las personas podemos vivir las siguientes 7 fases, en las que un/a líder de equipos deberá tener en cuenta para gestionarse a sí mismo/a, así como gestionar la situación con las personas de su equipo.

 

 

Fase 1: Relativizar o minimizar la situación.

 

Comportamientos manifestados:

En esta situación, tanto el líder, como el resto de las personas del equipo, tienden a sacarle importancia a lo que ocurre, pensando, y expresando a los demás, que la situación no es tan grave como puede parecer.

 

Soporte desde el Liderazgo:

Es preciso en esta etapa crear espacios donde las personas se permitan expresar sus ideas, no excluyendo, ni juzgando ninguna opinión. A la vez, es importante ofrecer (sin excederse) toda la información necesaria para que las personas tomen consciencia de la situación y su magnitud real. Ni más ni menos.

 

 

Fase 2: Etapa de progresiva manifestación de incomodidad y dolor.

 

Comportamientos manifestados:

En esta etapa las personas, una vez entendida la magnitud de la situación, empiezan a soltar la necesidad de minimizar y sacarle hierro al asunto, abriendo los ojos a las consecuencias reales de lo que está ocurriendo. La frustración será una primera reacción, seguida por una resignación que se irá intensificando hasta llegar al miedo, y acabar (en algunas situaciones críticas) a la completa desesperación.

 

Soporte desde el Liderazgo:

En esta etapa las personas necesitan soporte emocional para gestionar el proceso que viven. Si en la primera etapa se requiere crear un foro común para compartir opiniones, en esta segunda etapa se necesita un espacio seguro, y desde la máxima intimidad posible, para que las personas “ventilen” sus emociones (también sin juicios, ni reproches), y así poder “normalizar” este dolor existente a causa de los acontecimientos.

 

 

Fase 3: Etapa de Aceptación, una vez se ha “tocado fondo”.

 

Comportamientos manifestados:

La desesperación, por máxima que esta sea, tienen un límite. Existe un punto donde ya no es posible sufrir más. Lo bueno que tiene “tocar fondo”, es precisamente, tomar consciencia de que, a partir de ese momento, las cosas sólo pueden mejorar. Cuando las personas toman cierta consciencia de ello, empiezan a ver las cosas de otra manera. Se produce un cambio de paradigma, sustituyendo la creencia limitante de que no será posible superar la situación, por una creencia más constructiva que invita a levantarse y volver a una fase de estabilidad.

 

Soporte desde el Liderazgo:

En esta fase ayudará mucho que las personas empiecen, con la ayuda de alguna persona de su entorno, o de un/a profesional externo/a, a trabajar su “alineamiento personal” para volver a conectarse con su propósito vital como individuo en todas sus dimensiones (vida privada y vida profesional). Se trata de volver a recuperar su “poder personal” desde su esencia como ser humano, para recuperar la confianza en uno mismo.

 

 

Fase 4: Etapa de recuperación progresiva de la esperanza para poder superar la situación.

 

Comportamientos manifestados:

Una vez las personas vuelvan a recuperar su “centro”, al aceptar la situación, es posible empezar a conectarse, aunque sea de una forma progresiva, a la ilusión por volver a vivir una vida estable y plena, que provea satisfacción en la persona misma y en su entorno. En esta fase, se recupera la fuerza para seguir avanzando, aunque todavía quede mucho trayecto que recorrer.

 

Soporte desde el Liderazgo:

En esta fase es necesario establecer una alianza con las personas del equipo para aunar esfuerzos y abordar la situación de forma cooperativa y conjunta. Sobretodo en los casos más críticos que afectan a la totalidad de un grupo de personas, o de una comunidad, es imprescindible que las personas se organicen para hacer frente al reto común, como ha ocurrido en el caso de una crisis como la del Covid-19.

 

 

Fase 5: Etapa de proactividad para transformar el impulso de la esperanza en acciones reparadoras.

 

Comportamientos manifestados:

En esta fase las personas disponen de la intención, voluntad y energía para luchar, con todas sus fuerzas, y hacerle frente a la situación traumática, y de esta manera, conseguir que se vuelva a un estadio más tranquilo y satisfactorio. En este momento, se requieren recursos específicos, y medios concretos, que harán factible la gestión de la crisis.

 

Soporte desde el Liderazgo:

Es preciso, pues, facilitar a las personas de estos medios y recursos necesarios para poder empezar a tomar una serie de decisiones y acciones para acelerar el proceso de superación del hecho traumático. Las personas que gestionen equipos deberán ofrecer formación, herramientas y medios para empoderar a sus integrantes y, de esta manera, expandir la “fuerza de intervención” ante la crisis.

 

 

Fase 6: Etapa de transformación, que impulsa el aprendizaje de las personas.

 

Comportamientos manifestados:

En esta fase las personas empiezan a aceptar la situación vivida como un proceso de crecimiento, que sirve para aumentar la resiliencia como individuo y como comunidad. Las personas transforman y sustituyen los juicios, las culpas, los reproches, y el victimismo, por una voluntad real de cambio, de aprendizaje y de desarrollo en todos los sentidos.

 

Soporte desde el Liderazgo:

Las personas en esta etapa necesitan co-crear con el entorno, uniendo las necesidades y deseos individuales, a las necesidades y deseos de las personas de su alrededor para, de esta forma, transformar este mismo entorno en un nuevo escenario post-crisis. Así, de esta forma, se convierte el detonador de la situación crítica que causó el impacto negativo, en un estímulo creativo que mejora las condiciones y hábitos del período anterior.

 

 

Fase 7: Etapa de integración que hace que la situación trascienda a una nueva realidad.

 

Comportamientos manifestados:

En esta fase, las personas dejan de ver el episodio desde el enfoque de víctima, llegando a digerir los hechos (en un inicio traumáticos), de forma casi plena, y minimizando sus secuelas negativas. En esta etapa del proceso las personas manifiestan una paz interior, y desde la gratitud de haber, no sólo superado la situación, sino también de haberla aprovechado para crecer como individuos, y para ofrecer el soporte necesario para el resto de las personas que se encuentran, o se puedan encontrar en el futuro, en situaciones como la vivida. En esta última fase, la integración de los hechos facilita esta trascendencia a algo nuevo que nace del caos generado por la crisis.

 

Soporte desde el Liderazgo:

En esta etapa, y para cerrar (provisionalmente) el ciclo, es del todo imprescindible reconocer el dolor sufrido, la valentía mostrada, y la participación personal (y colectiva) realizada para superar la situación. Así mismo, la gratitud por lo aprendido y por el crecimiento realizado, tiene que estar presente y hacerse partícipe entre las personas. Y todo ello desde un espíritu de celebración y alegría, que tiene que dejarse expresar de forma abierta y pública, para homenajear la voluntad de cambio colectivo, que nos empuja a evolucionar como seres humanos y como sociedad.

 

En todo caso, una crisis, como proceso que es, debe entenderse como una carrera de fondo que hay que correr, sabiendo que habrá momentos más difíciles que otros, y donde será clave dosificarse al máximo para dar la mejor respuesta en cada situación. Pero todo ello con la esperanza de que al final, más tarde o más pronto, se llegará a la meta, y todo el esfuerzo realizado habrá valido la pena.

 

Enric Arola