El 2020 ha sido un año que, seguro, pasará a la historia. Un año de sufrimiento, desconcierto, y miedos; pero también ha sido un año de reflexiones, solidaridad y de cambios de paradigma. Si al final de cada año es bueno hacer un poco de balance de lo que se ha vivido, en el caso del 2020 aún creo que es más relevante y útil. En este artículo me gustaría compartir algunas de mis reflexiones y aprendizajes del 2020, que espero sirvan de excusa para que tu hagas los tuyos.
365 días dan para mucho y, aunque buena parte de este año no hemos podido seguir la actividad habitual y nos hemos tenido que confinar, se trata de un 2020 muy intenso en todos los sentidos.
Lágrimas, angustia, y desesperación, que han convivido también con la compasión, con el ánimo y con la esperanza.
Todo cabe en un año que será recordado por las próximas generaciones. Y tan legítimo es que pidamos que acabe el año para pasar página y dar la bienvenida a un año mejor; que tomar consciencia de que se trata de un año para recordar y para aprender de él lo máximo que se pueda.
Mis aprendizajes
Tengo la certeza de todas las personas hemos tomado nota de las grandes lecciones que nos ha dado el 2020. Como siempre, habrá quien lo habrá aprovechado más por lo que le ha tocado vivir; pero todos, absolutamente todos, hemos aprendido mucho de este año.
Aquí van algunas de mis reflexiones y aprendizajes, en titulares, sobre lo vivido durante el 2020, y que quiero compartir contigo.
Detrás de cada titular existe la letra pequeña de mi historia vivida; pero en lugar de poner los detalles, prefiero que tú, lector o lectora, le pongas los tuyos propios.
La vida nos muestra nuestra fragilidad, al tiempo que nos enseña lo fuertes que podemos llegar a ser.
La vida nos invita a vivirla desde el aquí y el ahora, sin tener que vivirla de forma rápida y queriendo estar en todos lados al mismo tiempo.
La vida nos empuja siempre a sacar nuestra mejor versión, pase lo que pase.
La vida nos recuerda a los seres humanos que nuestra condición de ser tiene que ver con la condición de ser de los demás seres que habitan el mundo, y que este nos quiere a todos viviendo en equilibrio.
La vida es completa cuando la vivimos desde el espíritu de comunidad y la necesidad colectiva, en lugar de vivirla sólo desde el individualismo y poniendo el foco en la propia necesidad.
La vida nos enseña a relativizar y a vivir la incertidumbre desde una mente abierta que nos hace sentir en paz con la diversidad.
La vida nos ayuda a priorizar lo que realmente es importante, de lo que es más superfluo y intrascendente para, de esta manera, sentirnos más completos y en armonía con nosotros mismos.
La vida nos despierta de nuestro sueño de grandeza y prepotencia, para aprender a ser más humildes en nuestro día a día.
La vida nos obliga a parar para cuidar y proteger, en lugar de permitirnos seguir a cualquier precio.
La vida nos brinda oportunidades para ayudar, y pedir ayuda, para perdonar y para pedir perdón; y de esta manera, unirnos para poder superar los momentos más difíciles.
La vida nos está llamando, diciendo que TOD@S somos UN@.
Gracias por permitirme compartir estas reflexiones contigo y gracias por hacer también las tuyas.
Deseo que este 2020 te haya ayudado a seguir creciendo como persona, como profesional y, en definitiva, como ser humano.
Enric Arola
Gràcies Enric per compartir els aprenentatges i per la invitació a participar en aquesta reflexió.
Ara que venen uns dies de descans de veritat, sense compromisos ni reunions (llàstima, perquè també les trobaré a faltar) aprofitaré per fer una introspecció i afegir la meva lletra petita als titulars.
Em demano cada dia si, quan hagi passat aquesta època de pandèmia, aquest «TOTS som UN» serà capaç de quedar-se amb allò que convé (que tampoc sé què és, només ho intueixo vagament i amb moltes contradiccions i incoherències).
Us desitjo molt Bones Festes!
Gràcies pel teu comentari Jordina!
Què bé bloquejar-te temps per fer aquesta introspecció personal que comentes, que segur et serà molt profitosa.
Molt bones festes!