Ya estamos otra vez empezando un nuevo año. Y como siempre cuando esto ocurre, es momento para dedicarle tiempo a conectar con nuestras intenciones acerca de lo que queremos vivir, en este caso, durante el 2022.

 

Para empezar, es bueno tener “el lema del año”. El mío para el 2022 es:

 

MENOS ES MÁS

 

Y para hacerlo realidad me comprometo a “aterrizarlo” en tres aspectos:

  • PENSAR MENOS
  • HABLAR MENOS
  • HACER MENOS

 

Habitualmente, cuando pensamos en nuevos propósitos o compromisos para un determinado período, solemos pensar en aquello de más que deseamos hacer. Pero también es importante tener en cuenta que a menudo no podemos aumentar nuestra lista de deseos (empezar a ir al gimnasio, cambiar de trabajo, escribir un libro, etc…) si antes no tenemos claro que debemos dejar atrás.

 

Cada vez que decimos “sí” a alguna cosa, nos guste o no, estamos diciendo (directa o indirectamente) “no” a otra cosa. Y no sirve de nada engañarnos.

 

Así que este año, pensando en mis intenciones para el 2022, y respetando mi lema anual “Menos es MÁS”, voy a centrarme en “soltar” algunos hábitos para poder dejar espacio a que “entren” algunos comportamientos y actitudes que deseo potenciar.

 

Ahí van:

 

Pensaré menos para PENSAR MEJOR

 

Pensar está bien. ¡Obviamente! Y además es imprescindible incluso para asegurar el éxito futuro en todos los ámbitos. De hecho, a mi me gusta mucho pensar y, a menudo, tengo la creencia de que es fundamental dedicarle tiempo a hacerlo de forma consciente y profunda para solucionar los problemas y anticipar el futuro.

 

Pero también es cierto que cuando más se piensa, más pensamientos inútiles, o incluso nocivos, acuden a nuestra mente.

 

En momentos de complejidad como el que vivimos a distintos niveles, y sobretodo en generaciones (como la mía) que fuimos instruidos en “controlar la situación”, el pensamiento es una arma de doble filo. Puede ser la puerta a ideas innovadoras y brillantes por su impacto en el entorno; pero también puede activar nuestros mecanismos más reactivos para evitar situaciones potencialmente dañinas.

 

 

Es por todo ello que para el 2022 decido disminuir mis pensamientos «enemigos”, que me lanzan mensajes fatalistas o que invitan a planteamientos conservadores instigados por los distintos miedos que están en juego.

 

 

Y… ¿Cómo se hace esto? Cada persona puede explorar y forjar su método. Yo, en mi caso, estoy empezando a descubrir el potencial de “distraer la mente”, “aparcar algunos pensamientos”, “educar la voluntad” con técnicas de visualización, y seguir favoreciendo “los silencios de la mente” a través de la meditación.

 

 

Hablaré menos para ENTENDER MEJOR

 

Cuando el mundo está en ebullición disruptiva es fácil que exista ruido. Cuando el ruido aparece nos obliga a aumentar el volumen de nuestro discurso, y nos hace multiplicar nuestro deseo de influir en lo que creemos, pero también de juzgar lo que no funciona.

 

Como en el caso de pensar, comunicar está bien. ¡Muy bien! Y lo necesitamos para conseguir entendernos y así evitar conflictos entre personas, colectivos o culturas.

 

Pero ¿y si del deseo, y desde la buena intención en compartir, comunicar e influir en los demás, acabamos haciendo un mal uso (o abuso), y en lugar de conectarnos, conseguimos polarizarnos?

 

Es por esta razón que a menudo tener la información, e incluso llevar la razón, no nos sirve si esto nos aleja de los demás, o nos impide cooperar con los demás.

 

 

Para el 2022 decido hablar menos para no caer en la tentación de juzgar o adoptar planteamientos partidistas, que me alejen de integrar la diversidad que representan las distintas formas de pensar y vivir.

 

 

Así pues, exploraré el hábito de la escucha profunda y sistémica para entender lo que ocurre en mi entorno para, de esta manera, poder construir desde las distintas verdades, y así no tener que decantarme sólo por una de ellas.

 

A la práctica, puede ayudarme a hacerlo el decidir en qué entornos, foros, proyectos, decido participar porque tengo el deseo de compartir desde “lo más auténtico y profundo”; y decidir también en qué situaciones “me borro” o “me aparto” para no caer en el error de hablar más de la cuenta, o peor aún, de hablar aquello que no deseo hablar”.

 

 

Haré menos para LOGRAR LO IMPORTANTE

                                

Tengo la sensación de que en el 2021 he apretado mucho el acelerador. Que he trabajado mucho. No sé si lo bien que hubiera deseado; pero sí mucho. Y aún así, me quedo con la sensación de no haber recibido todo lo que hubiera querido obtener.

 

Conclusión: Creo que, en algunas ocasiones me he pasado de revoluciones. Quizás por el momento vital que vivimos, en el que (creencia) hay que darlo todo para reinventarnos ante los nuevos retos y aprovechar las oportunidades que el presente nos brinda; o quizás por la necesidad de recuperar el terreno “perdido” por la situación generada por la pandemia.

 

En cualquier caso, pienso que en ocasiones he podido atascar mis “tuberías productivas” y haber restado mis niveles de eficiencia.

 

 

Es por todo ello que para el 2022 decido hacer menos para que tenga el tiempo suficiente, la energía disponible, y la mente limpia, para apuntar a lo que realmente me importa: Hacer cada día un poco más realidad mi propósito personal y profesional.

 

 

Limpiar y seleccionar las fuentes de información e inputs que recibo, dejar de participar en todos los proyectos que mi cabeza piensa que puedo asumir (mente kamikaze), simplificar los procesos productivos y comunicativos, y hacer dieta de objetivos, son algunas de las líneas que voy a explorar este año que empieza.

 

Infografía Menos es Más

 

Así que… La intención está ahí. El compromiso lo tengo. Y ahora empiezo a hacerlo realidad…

 

¿Y tú?

¿Cuál es tu lema para el 2022?

¿Qué vas a soltar para conseguir lo que deseas?

 

Enric Arola

Enric Arola

 

 

 

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