¡Ya estamos de vuelta!
Una vez más, después de las vacaciones, volvemos a reconectar y reiniciar el día a día profesional.
Como siempre, este hecho nos produce una mezcla de sensaciones y emociones que pueden llegar a ser contradictorias. Algunas pueden ser de ilusión y alegría, mientras otras tienen que ver más con la angustia o la pereza.
En cualquier caso, se trata de un momento de cambio energético que, sin lugar a duda, hay que saber transitar y gestionar de la forma más sostenible posible.
Volver de las vacaciones es todo un proceso energético, y hasta emocional, que hay que saber gestionar y digerir.
Para algunas personas este proceso dura lo que se tarda en reconectar con las urgencias del día a día; mientras que para otras, se trata de una situación pseudo-traumática ya que les conecta con una realidad con la que no se sienten cómodas.
Siempre es bueno poner un poco de intención, y consciencia, en este proceso transitorio para no sólo hacerlo más llevadero, sino para hacer de esta situación un trampolín coyuntural para mejorar el contexto profesional actual (y quizás también el personal).
Manual de supervivencia para reconectar con el día a día profesional.
Con la finalidad de volver a la realidad del rol profesional de la forma más amable y satisfactoria posible, puede ser útil seguir algunas de las siguientes recomendaciones:
1.- Aprovechar el momento para hacer un chequeo profundo de nuestra situación profesional actual.
Para aprovechar al máximo este proceso (que a ese nivel sólo se suele dar una vez al año) sería bueno dedicarle unos minutos a reflexionar acerca de lo que realmente nos satisface de nuestro día a día profesional, así como tener muy identificado aquello que me incomoda o disgusta más de mi realidad actual. Hacerlo nos ayuda a tomar consciencia plena del contexto para su posterior gestión exitosa.
2.- Identificar los cambios profesionales a realizar.
Entendiendo mejor el contexto, podremos ver claramente aquello que desearíamos conservar (o potenciar), y aquello que nos gustaría eliminar de nuestra realidad profesional. Lo bueno del parón de las vacaciones es que nos devuelve una perspectiva fresca, y nos “refresca” nuestro estado de consciencia, para que podamos enfocar mejor los cambios que hay que realizar.
3.- Sacar partido de la “vuelta” para hacer reajustes en la duración de la jornada laboral.
La gran inmensa mayoría de los profesionales trabaja más de lo que realmente les gustaría. Y, a la vez, son los mismos que suelen dedicarle muchas horas (de mutuo propio) a su trabajo porque están convencidos de que si no lo hacen no podrán desarrollar bien su rol. Esta espiral perversa que se retroalimenta entre las personas que comparten el mismo entorno laboral, puede ser cuestionada, y hasta cierto punto cambiada con éxito, precisamente después de un parón por vacaciones. Si no se aprovecha el momento, el hábito reactivo volverá a las andadas.
4.- “Refrescar” alianzas y conexiones con las personas de nuestro entorno profesional.
El tiempo y la distancia, que nos da el período vacacional, también puede llegar a ser algo balsámico, así como una oportunidad, para fortalecer y reconstruir relaciones personales con compañeros y compañeras con las que se tiene una mayor interrelación profesional. Después de “vaciar el vaso”, la gestión emocional en las relaciones es más eficiente. Sólo se necesita poner el foco, e identificar aquellas relaciones que se desean mejorar.
5.- Cuestionarse el sentido o propósito de nuestro rol profesional.
A la vuelta de las vacaciones es bueno reflexionar también acerca del sentido, o “paraqué”, de nuestra contribución profesional. Contestarse las siguientes preguntas puede ayudarnos a conectar con nuestra visión profesional, así como aumentar nuestra satisfacción laboral:
¿Qué es importante para mí a nivel personal?
¿Qué es lo que realmente me motiva más hacer en la vida?
¿Cómo mi “YO-Persona”, puede vivir en paz y armonía con mi “YO-Rol profesional”?
¿Cuál quiero que sea mi legado profesional?
6.- Reajustar el ritmo y la forma de trabajar.
Volver al día a día profesional puede suponer también una oportunidad para modificar alguna forma de organizarse que quizás no era la más operativa ni la más satisfactoria. Las personas tendemos a complicarnos la vida, debido a la creencia de que el entorno profesional cada vez más complejo, requiere de más control (más procesos, más seguimientos, más burocracia…). Si a algo nos puede ayudar la vuelta de las vacaciones es a llegar a soltar (¡por fin!) algunas cosas que ya no añaden valor desde hace tiempo.
7.- Autocomprensión y autocompasión para gestionar el proceso.
Y, ¡Por descontado! El proceso de vuelta de las vacaciones requiere de mucho “mimo personal”, porque no es un proceso fácil para algunas personas que viven realidades profesionales retadoras. Así que, es básico ser gentil con uno/a mismo/a mientras se vive este proceso transitorio y además, como diría Super Ratón, ¡no olvidarse de supervitaminarse y mineralizarse para volver al trabajo con energía e ilusión!
Para empezar con la reflexión, clica el siguiente botón para ver este breve video mientras contestas a las 3 preguntas que se plantean
Enric Arola
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